lunes, 16 de diciembre de 2013

i...QUÉ LOS SUEÑOS SUEÑOS SON...!





   Anoche, sin ir más lejos, me preguntaba una amiga sobre la influencia de los sueños, 
un sueño concreto, en tomar decisiones a raíz de lo que este te muestre, positiva o negativamente. Yo la instaba a que pasara de ellos y las decisiones fueran siempre pesadas entre el corazón y la razón (echando siempre un puñado más de corazón que de razón ya que si no tomaríamos muy pocas decisiones arriesgadas).

Muchas veces, hasta el punto de tener que mirar mis cuentas y movimientos bancarios, al día o a los días siguientes, he soñado que viajaba de nuevo a Estados Unidos, a visitar a las amistades "penfriend" que hice a finales de mis años instituteros. Los billetes comprados y la certeza de que no era un sueño, que esta vez si había puesto fecha y ya estaba el viaje averiguado. Increíble la fuerza que pueden llegar a tener los sueños.

Pues, por ahí va la cosa.

No te creas que me apetecía a mi levantarme hoy sobre las 7:15 de la mañana y ponerme a escribir, se estaba super calentico ahí dentro. Pero ha podido la angustia y el mal rato de mi último sueño con el relax y el bienestar del edredón. 

Imagen extraída del blog "Montaña y Tradición" (Julius Evola): http://meditacionesdelascumbres.blogspot.com.es/

Resulta, no sé seguro a cuento de que aparecía en el sueño una antiguedad perdida, con un seguro o algo así muy alto, y susceptible de ser cobrado y hacerte rico o algo así. Había que llegar hasta no sé que sitio, aunque si era por la zona de Alcalá, con dos horas de antelación (no sé a que) para poder seguir con opciones de cobrar ese pastón. Pues, como en una especie de carrera de trail (medio yincana) al subir en diagonal por unas montañas por detrás de mi colegio de la infancia, la SAFA, había una estrechez formada por dos rocas en medio de la montaña, haciendo una especie de cuña abierta en ésta. 
Alguien, me sugería en el sueño, que subiendo hacía esta dificultad en la montaña, golpeara para hacer más hendiduras en la subida y así poder apoyar y hacerla más fácil. Así lo hice y una vez atravesando esa oquedad, la piedra milenaria gigante superior cedió por la presión y a modo de almeja, se cerró de golpe, muriendo yo allí aplastado. 
Con el paso de los años, y debido a mi ligero sueño (duermo, en verdad menos que un reloj) he aprendido a despertarme de los sueños cuando empiezan a incomodarme fuertemente. Pero la verdad, que de este, aunque en unas décimas de segundo veía posibles vías de escape, si rodaba para salir de "ese sandwich rocoso" sabía que no... que la piedra caería de golpe sobre mí como cuando matas una mosca de una palmada.

Me he sentado un rato en el borde de la cama atrancando con mi subsconsciente con preguntas como: - "¿Ya está?, "¿Así sin más? ¿Y todo lo que aún quiero hacer, y lo que me falta por descubrir?"- (bufff que angustia de verdad, me he bebido medio botella de agua de un trago).

Hacía tiempo que no me pasaba y la verdad que ahora pensándolo en frió, ato muchos cabos de este sueño. Mezcla el placer descubierto estos últimos años con el "running" con  mi actual situación financiera (que ha hecho que tenga que prescindir de pequeñeces sin importancia, como mi semanal atracón de caviar tipo beluga del Mar Caspio traído por encargo desde Irán y cosillas así...). De ahí que el sueño, me instara a correr e intentar cumplir los plazos para llegar de los primeros al cobro del pastón que aseguraba esa antigüedad (era una cabeza de piedra de una especie de dios griego).

En fin. que las interpretaciones de los sueños son muy abiertas, y que la mayoría de las veces no deberíamos tenerlos en cuenta en nuestras decisiones a corto, medio o largo plazo. Pero lo que si es verdad que recopilan deseos, frustraciones pasadas, aspiraciones futuras, etc... y te forman un historíon que más de un "Spielberg" quisieran para alguna de sus películas.








1 comentario:

Nono Vázquez dijo...

Es una pena que yo no pueda retener los sueños. Esa es mi pesadilla, pero despierto. No conservo casi ninguno; sólo en ocasiones, demasiadas diría yo, sueño con la contemplación de un accidente aéreo en diferentes modalidades. A veces es un avión comercial, otras un helicóptero, otras un caza... pero siempre es lo mismo: el aparato sobrevuela muy bajito por encima de mi cabeza, desaparece de mi vista tras algún promontorio y observo el destello de la explosión fruto de la caída tras él. Es recurrente y, maldita sea mi suerte, el único sueño que recuerdo. Bueno no; también tras una noche de atracón gastronómico acostumbro a tener la pesadilla de la caída libre. De ahí mi ya tradicional expresión no puedo comer demasiado de noche, porque si lo hago me caeré por las escaleras.