sábado, 15 de marzo de 2014

"MIENTRAS SUBE EL BARCO VIKINGO"



Tu linea a seguir no era difícil.

   Tus padres, sus moldes, sus usos y costumbres; tu colegio, su doctrina, su baremo, tu tempranera religión, la imposibilidad de elección, su camino lleno de mentiras, fábulas y manipulación, tus hormonas, <<¡Qué es esto, qué me pasa, que pavo me entra cuando esta ella cerca, qué tetas!>>.

Hasta que una noche de septiembre, con tus amigos, super valientes y alguna de "las que tienen tetas", dispuesta a demostrarnos que es mucho más que cromosomas con distintas letras, decidís subiros al barco vikingo. 

Los primeros segundos todo es normal, lineal, como el resto de tu vida ha sido hasta ahora, cuando te tambaleas, hay siempre un hierro al lado donde agarrarse; hacía arriba es subir, hacía abajo es bajar; no hay fallo. De repente, como si te cortaran tres de los cuatro hilos del que maneja tu teatro de marionetas, todo comienza a flotar sin sentido, tu cuerpo flota por encima de los demás, y de forma incoherente. Un cosquilleo nuevo para ti y un vértigo orgásmico recorre tu cuerpo, y todo la enciclopedia de enseñanzas marcadas, y de usos y costumbres regulados por tradición se evapora en tu mente en cuestión de segundos. ¡Te sueltas! Te da igual la caída, a quien pises, lo que hagan los que aún están sujetos, y lo que dirán los demás de tu osadía; ERES IRREAL, ABSTRACTO, ERES ETÉREO.


Me solté de tu mano, FLOTÉ


Durante unos 5 minutos has sentido el éxtasis de la libertad, de la elección, de la incertidumbre, unas diez veces; demasiado para ti. Las dos ruedas laterales de la bici de tu infancia que imposibilitaban que cayeras, fueron destruidas en tu mente con un simple soltar de manos, y flotar. Adiós a tus rezos en mayo, a la mano que te llevaba al colegio hasta ver como entrabas, a tus ciencias naturales, y a tu sociales de primaria. Un mundo tuyo, para ti, lleno de posible libertad de elección, abierto al libre albedrío se te pone por delante, y tu has decidido darle una oportunidad en la media de lo aún posible.

Allí arriba viste que los gigantes no eran tan peligrosos, ni las montañas tan altas, que sueltos de manos, flotando, todos nos igualamos en la inexactitud. 

Sonó la bocina musical que indica que ha acabado el viaje, y de nuevo pones los pies en el suelo. Tus padres ya te esperan para que llevarte a casa, el dinero ya se te a acabado y todo vuelve a la linea que ya conoces. Pero, cuando estás saliendo del recinto ferial, giras la mirada y te quedas un instante observando como asciende el barco vikingo. Has conocido otras formas de vivir, de pensar, de decidir y hacer las cosas, te has atrevido a FLOTAR.








        

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