domingo, 30 de septiembre de 2012

PARA SIEMPRE


                                             


 Pequeño texto que leí ayer en la ceremonia de boda de mi hermano
Rafa (Bubu)


El esposo “Ponme como un sello sobre tu corazón, ponme en tu brazo como sello. Que es fuerte el amor como la muerte” (Cantar de Los Cantares, Canto Séptimo, vers.6-7)

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Quiero acabar esta ceremonia dando gracias al AMOR; sin fronteras, sin paréntesis, sin limitaciones.
En primer lugar, y por la parte que me toca, al amor tan grande, inexplicable y casi sobrenatural que vincula un hermano con otro.
Ese tipo de amor fraternal es increíble; comparable al mejor seguro de vida que la mejor compañía de seguros te pueda ofrecer, pero ni éste le llega a la suela de los talones a la protección, comprensión, cercanía y empuje que un hermano aporta siempre a otro. Eso es el amor entre hermanos, una distancia cercana, un silencio lleno de palabras, un abrazo de los que se te graban en la memoria y al que te acoges siempre que lo necesites. Mi hermano me ha enseñado con gestos inolvidables el valor y el compromiso desinteresado de la sangre que nos une. Doy gracias a Dios todos los días por tener los hermanos que tengo.

Por otro lado, está el amor que nos hace querer compartir nuestras vidas en pareja, el de Rafa y Ana. Compartir nuestros sentimientos, victorias, derrotas, alegrías, penas, hijos, días y noches. Ese tipo de amor, por más libros que se hayan escrito sobre él, es, por tratar de describirlo, el estado más puro y bello en el que una persona se puede sentir. Nunca podrás decir que estás completo como persona si no has amado y te has sentido correspondido
. El miércoles pasado, ya bien entrada la noche, los observé subir mi calle mientras él la acompañaba a su casa. Cogidos de la mano, con andar gracioso, y tras haber pasado una noche amena y cálida cerca de los suyos, subían como si fuera su primer verano de romance, sus primeros meses, sus primeras calles a oscuras. Han pasado muchos años ya desde que el amor se les entrecruzara en el ambiente y les quemara de forma agradable, y veo que aún conservan las alas de sus primeras salidas como pareja, de sus primeras risas, y sus primeras miradas de complicidad. Sentí la envidia sana más grande del mundo en ese momento, porque soy un fiel defensor del mejor de los regalos que la vida nos ofrece, que es amar y sentirse amado. FELIZ VIDA. GRACIAS Ana por enamorarte de mi hermano; ¡GRACIAS RAFA por enamorarte de Ana! ¡GRACIAS AL AMOR!
                                              ¡GRACÍAS!


2 comentarios:

Pilar Gámez dijo...

El amor es "algo" tan grande que para enaltecerlo no es necesario que te lo den de vuelta, lo único realmente importante es sentirlo (aunque si te lo dan de vuelta mucho mejor).

Begoña Góngora dijo...

¡Cómo me emocionaste y cómo me emocionado ahora a leerlo ! Gracias hermano