lunes, 18 de octubre de 2010

En Mantua





No es pesar geográfico, ni amoroso (aunque algo de "amor" no estaría nada mal) ni trágico ni histórico. Es simplemente un exilio interno en el que llevo años inmerso. A veces estuvo camuflado como relación amorosa, otras como relación laboral y también se puede hacer pasar por atracción familiar. El caso es que después de haber lidiado mil batallas laborales lúdicas y sentimentales por la península, al final sigo aquí, el lugar de donde partí; y no creo que sea por atracción ni querencia extrema hacía mis raíces.

Se casan, tienen hijos, hablan de pisos, hipotecas, campo, obra... En verdad, creo que eso es "lo normal". Pero a mi me agobia muchísimo arrimarme a mis amigos de siempre en Mantua y que no hablen de un director de cine, de lo que le ha transmitido un buen libro, de los devenires o auges de la política actual, de fútbol, de clases sociales, en general, temas que impliquen que una neurona le pegue un chispazo a otra neurona y se activen a la vez seis o siete de golpe.

Así que seguiré en mi Mantua particular, autoalimentándome con mis propios placeres culturales sociales y concupiscibles, hasta que llegue el día que Mantua me libere y dejé explosionar todos la energía e inquietudes que guerrean en mi interior, y que aún tienen energía para hacer que la rotación terrestre cambie de sentido.

Un abrazo desde el exilio.

Nota: ¡Julieta, donde estés, CUELGA EL TELÉFONO!

2 comentarios:

Begoña dijo...

"No sabía que estaba en Italia", espero que tu estancia allí sea feliz, pero por aquí también hay realidades que te hacen feliz. Lo que necesites de este mundo, aquí estoy para ayudarte.

Elba dijo...

Bueno , todavía quedamos algunos que no tenemos niños, ni hipoteca , ni si quiera coche, asi qu ecuando quieras, hablamos jejeje