Tan solo girando la muñeca evito tu daño a simple vista, sin entrar en secuelas.
Ha pasado muchas veces, tantas que al final esquivarte me sale casi sin pensar en ello.
Alguna vez he caído, más de las necesarias, no por desconocimiento sino por dejadez o segundos de aburrimiento.
¿Por qué siempre cojo tu verada sabedor de los agujeros negros que encierras?
¿Por qué no seguir el asfalto aplanado y firme que me ofrecen las demás sendas?
Porque así sé que estoy vivo, así sé que cada día mi cuerpo y mente piden unas centésimas de superación y consiguiente bienestar personal.
No quiero llegar antes, quiero llegar mejor.
Mañana volveré a ti, te esquivaré o no, lo bueno es que elijo a sabiendas;
soy culpable, no ignorante.
(Gracias Sócrates)
*Intelectualismo moral: Doctrina ética que identifica el Bien con el saber y el mal con la ignorancia: el sabio es bueno y el malo es ignorante. Según Sócrates, basta saber qué es el Bien para ser buenos; si alguien hace el mal es por ignorancia, porque desconoce el Bien: nadie se equivoca queriendo, por tanto, quien obra mal es porque no sabe. Las consecuencias sociales de esta postura saltan a la vista: eduquemos, ilustremos a las personas y las haremos buenas; fuera las cárceles y los castigos, pues en el fondo nadie es culpable sino ignorante: no debe haber castigos sino instrucción; y en vez de cárceles, escuelas.
Podríamos resumir el intelectualismo moral de Sócrates con esta fórmula:
SABIDURÍA = BONDAD = FELICIDAD
Tradicionalmente, se consideraba que la virtud (areté) era un conjunto de cualidades y destrezas innatas que eran patrimonio sólo del hombre noble. Con los sofistas la virtud pasó a ser algo enseñable (paideia) al alcance de cualquier ciudadano. Finalmente, con Sócrates, la virtud es el saber mismo que hace conocer al hombre lo que es mejor para llevar una vida feliz.
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