domingo, 22 de noviembre de 2020

TRES TRISTES TIGRES...

 

Tres tristes tigres...

 

Se intuía, flotaba en el ambiente. Rodolfo llevaba toda la mañana del sábado temeroso de Dios.

    ― Este mediodía tengo ganas de salir, demasiadas ganas y eso no es bueno. –Se repetía Rodolfo en su mente, sabedor de sus múltiples primaveras anuales y que estaba compensando malos tiempos globales con despiporres en frasco pequeño.

Pasó la sobremesa del sábado como pasa un rayo que te atraviesa de pronto y sabes que tarde o temprano tocará hacer recuento de quemaduras, tocaba reconducir al rebaño y Rodolfo sabía lo que le gustaba de postre a estas fieras disfrazadas de ovejas.

   ― ¿Estáis en el piso? Esa era la pregunta del millón para los dos o tres que saben que quedan cosas “por quemar”.

Y así, como en una escena interminable de la película Historias del Kronen, el dios Baco trataba de seguirnos el paso en esta carrera de sábado con meta en el infierno. Y llegaron los nublos (escenas codificadas en la mente, blackouts (síncopes) creo que los llaman los psicólogos, que tus amigos se encargan de refrescarte al día siguiente; contándotelo, enseñándote fotos que desearías no haber visto y, por último, los clásicos segundos de video donde apareces como el excantante Enrique del Pozo (Enrique y Ana) en sus peores momentos. Te crees en las alturas, muerdes lo que se ponga por delante, si tuvieras un enano y una diana, al más puro estilo Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio) en “El Lobo de Wall Street” lo lanzarías sin miramientos.

El mini apartamento de Rodolfo está a punto de despegar hacía la estratosfera, música, luces y muchísimo alcohol serán su combustible. Al final del viaje, patinando por constelaciones de cristal barato, el crujido de dicho cristal marca el aterrizaje y vuelta a la realidad. X, Y, Z se despiden de esta página de comic no apta para menores que ha sido una vez más la tarde noche del sábado y Rodolfo, aún está rotando sobre su propio eje, cuerpo y mente separados y cada cual a su puta bola.

Una mañana, cree, más de domingo, Rodolfo comienza a sujetarse la cabeza, mientras suspira de alivio al ver que, como siempre por suerte, amanece en su cama; no está en Las Vegas, ni en Tijuana (México) empieza a palparse y a hacer recuentos; dientes, los mismos que tenía ayer, ropa, comienzan las sorpresas: ― ¿Qué cojones llevo puesto y de quién? Madre mía. Rodolfo se balancea sobre el colchón para que el esfuerzo al tratar de levantarse sea el mínimo y sale hasta el salón….

   ― ¡Copón… menudo desastre!

El suelo parece un atrapamoscas, el olor a tabaco de la manada desvirtúa sus abstinencias nicotínicas y los vasos, botellas y demás restos del huracán tapan por completo la mesa del salón.

   ― Prefiero no mirar. –Se repite.

Sin encender luces vuelve a la cama, se sujeta la peonza con la que ha amanecido por cabeza y trata de dormir unos minutos más. Imposible, ya le puede la curiosidad. Qué habrá pasado, con quién, hasta dónde, cuándo acabó todo, etc. De nuevo se mira la sudadera que lleva puesta y trata de buscar alguna huella de anoche en su móvil. Mala señal, no hay restos de la noche, algo del inicio de la tarde pero nada de la noche… Eso quiere decir que Rodolfo, que usa el móvil hasta para partir almendras, estaba al otro lado del punto de vista tecnológico, algún improvisado Spielberg, o David LaChapelle podría tener videos o fotos suyas comprometidas.

Se levanta, de nada le sirve estar dando vueltas sujetándose la cabeza a modo de rollito de primavera. La famosa ducha fría que todo lo puede, no consigue hoy limpiar sus excesos. Tira de whatapps a los implicados en el circo. Si están durmiendo todavía es buena señal…es porque están tan en la estratosfera aún como Rodolfo, así se salva de que lo bañen en mierda, o que no tienen el cuerpo para nada. Mal de muchos consuelo de tontos, piensa Rodolfo.

Primeras manzanillas dominicales, intentando recalentar lo que aún puede denominar cuerpo, aunque esté para el arrastre. Prefiere no pensar, sabe que saldrán verdades de los implicados a lo largo del día y, efectivamente, comienza el baile de verdades post-desmadre clásicas de cada domingo.

Todos aportan su granito de humillación con alguna anécdota de Rodolfo, pero éste intuye que el culebrón no acaba aquí, alguien tiene el golpe de efecto final, ese golpe que hace que sientas envidia de los avestruces y su facilidad para esconder la cabeza. Y “¡zasca!” el video de turno.

Sobran las palabras, el video habla por sí solo. Ríete tú de los pequeños videos recordatorios que tenían los de la peli “Resacón En Las Vegas”, esos, comparados con las actuaciones estelares grabadas de Rodolfo eran puros anuncios de compresas para pérdidas de orina.

Y así, un domingo más, con la promesa de renovación semanal de Rodolfo, diciéndose, con la boca a medio abrir, ya no salgo en una temporada, deja pasar nuestro protagonista las horas, reactivando cada célula de su cuerpo a base de calditos calientes o infusiones y escuchando aún algún coletazo más rezagado de su bajada a los infiernos de la tarde noche de antes.





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