TESTEANDO (las gallinas que entran por las que salen)

En tiempos de crisis el pueblo se abastece a mansalva de productos básicos; harina, arroz, patatas, azúcar, en resumen alimentos primarios base del día a día en el hogar.
Esta mañana, mientras desayunaba un café largo con leche en cafetera italiana, de esas que te rellenas un par de veces más hasta que te bailan las pestañas, no podía parar de mirar una alacena de esas blancas de madera "de tó la vida de dios", y lo colorida y surtida que estaba en su parte central. Pues allí mirando la variedad de especies en las múltiples latitas que las contienen, me vino a la imagen las pruebas, mestizaje aromático, y combinaciones que se pueden hacer con ellas, y tal vez por paralelismo, algo cruel, con mi actual situación de los últimos meses en el mundo de las relaciones afectivas me imaginé probando distintos caldos, y sabores con las gallinas de una particular granja. Granja donde las trato de cuidar día a día, tratándolas mejor, alimentándolas, queriendolas, pero que está al libre alcance de cualquier lobo sin escrúpulos con ganas de pegarse un bocado rápido sin pensar en las consecuencias.
De ahí que ya queden pocas gallinas en mi peculiar granja; las cuento, las observo, e intento de nuevo cuidarlas y mimarlas, pero al igual que el número de ellas ha menguado por la voracidad de estos sibilinos cánidos salvajes, el de estos ha aumentado de forma proporcional. Con lo cual las fuerzas y la motivación hacía el mimoso cuidado de la peculiar granja van disminuyendo. No importa ya con que las aderece, condimente o improvise su preparación, las mejores gallinas han sido devoradas, y en mi granja, ya no hay distinciones categóricas ni especificaciones. Me como lo que hay, no hay tiempo de analisis genéticos, cromatológicos o familiares. Los lobos están ahí esperando que me de la vuelta, debatiendo su próximo menú. ¡Qué ruina!