¡YO QUIERO SER MÁS “ANIMAL”!
¡Que excusa mas tonta “el mañana”!
Cada vez que cometemos una estupidez muy gorda nos decimos a nosotros mismos: “esto me ha enseñado mucho para que el día de mañana no me vuelva a suceder”; y nos sucede de nuevo, ¡vaya si nos sucede!
Parece como, si al ser humano, a diferencia del resto de animales, nos costara mucho más aprender las consecuencias de nuestros actos. Es como el aprendizaje enseñado por Skinner (creo que era él); Al ratón le pones un trozo de queso pegado a una corriente de descarga eléctrica y una vez que se ha llevado un buen “latigazo” no vuelve a intentar cogerlo. Pues el ser humano prueba una y otra y otra y otra vez haciéndose gran daño en cada intento sin parar hasta que no consiga su “fin”. Muchas veces, uno de estos “daños” es irreparable y con grandes, grandísimas consecuencias.
Se supone que nuestra adolescencia, juventud o como lo quieran llamar oscila entre los 13 y los 23 o 24 años. Sin duda esa es la época de nuestra vida en las que más conocimiento vamos a adquirir, más vivencias, amistades, relaciones y sentimientos.
El resto de años son tan solo una puesta en práctica de las consecuencias de nuestras vivencias de la juventud.
Si en uno de los citados años de nuestra juventud te llevas un “latigazo” irreparable, esto reducirá la posibilidad de disfrutar en su amplitud el resto de vivencias, adquirir el resto de conocimientos y ampliar tus relaciones sociales.
En conclusión, ya es hora de que, en nuestros modelos de conducta en relación con las formas de aprendizaje, seamos un poco menos humanos y más como el resto de animales.
- Raúl Góngora
08/01/07
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