jueves, 5 de noviembre de 2009

El Sauce y Las Hormigas



En un pequeño y entrañable enclave del sur de Europa, nuestro sauce protagonista, fruto de una semilla transportada por el viento, la cigüeña, el palomo blanco con fuego, o quién fuera que lo gestase y pariese..., echó raíces.

Los primeros años de su crecimiento vio como sus células, sus cortezas y sus pequeños tallos iban llenándose de experiencias, sonidos, olores, sensaciones, sentimientos...

Sus raíces estaban ya bien consolidadas en esa región del sur, y sus hojas seguían apareciendo y apareciendo por la parte alta, y dándose pequeñas escapadas aleatorias guiadas por oportunos soplos de viento.

Un otoño de sus últimos años como sauce adolescente vio como, justo por donde comenzaban sus raíces se construyó un hormiguero. Con todos sus habitáculos, comodidades y detalles...
El hormiguero le dio mucha vidilla al día a día del tranquilo sauce, pandillas de hormigas de los alrededores iban y venían constantemente atraídos por el boca a boca de otras hormigas de lo acogedor, innovador y multicultural de aquel reciente hormiguero.

Generaciones y generaciones de hormigas, cada unas con sus peculiaridades, gustos, caracteres, y estilos de vida fueron habitando temporada por temporada el cómodo hormiguero, y nuestro protagonista, el sauce, veía como iban, año tras año, generación tras generación repitiéndose las mismas pautas de conducta...;
Siempre había una hormiguita, la reina, que destacaba por encima de todas, la más "importante" su misión era mantenerlas a todas más o menos unidas, organizarlas y hacerlas destacar de entre otras hormigas, esa, la hormiga reina, era casi inalcanzable para quienes intentaban cortejarla, o mantener relaciones con ella, sólo unos pocos y, por supuesto, elegidos por ella, alcanzaban a permanecer algunos "minutos" en relación con la reina. Todas las demás intentaban imitarla, o de alguna manera ser algún día reinas de algo, o de alguien...
La mejor manera de acceder a la hormiga reina era ganándote su confianza, ayudándola y aconsejándola siempre que lo necesitara... así la simbiosis sería mutua; la reina te introduciría de lleno en su selecta corte.

La corte de la reina; si querías ser alguien en el hormiguero, ir a los túneles más selectos, degustar las mejores reservas para el invierno, y disfrutar de los más fornidos soldados, tenías que formar parte del circulo cerrado de la reina... Nada más importaba, tan solo haber llegado hasta allí y defender tu status en el hormiguero con uñas y dientes... rara vez las hormigas de la reina, se asomaban a su cómodo balcón y echaban una "anteneada" para ver como se movían las pobres obreras por "su sitio", en lo profundo y abrupto del hormiguero.

Las obreras: sumisas en su día a día, respetando que no les quedaba otra que cumplir con su "invisible" misión para el buen funcionamiento de la estructuras y soportes del hormiguero, rara vez hacían amagos de arrimarse a las cortesanas y rara vez conseguían permanecer alguna temporada junto a su selecto grupo aunque desprendiendo esa aureola de falsedad malposicionada a muchos túneles bajo tierra de distancia, con la final consecuencia del reposicionamiento jerárquico al que más tarde o más temprano las hormigas de la corte las someterán.
Y por último Las hormigas soldados: Semivacías por dentro, aunque duras y frías por fuera, por su linaje cercano a la reina y a la corte, habían conseguido vivir de una manera más frívola y cómoda que el resto del hormiguero, con la única misión de "proteger" a la reina. Cualquier intento de hacer pensar o razonar algo a una hormiga soldado, se había dado por imposible, su posición, fuerza y beneplácito de la reina les hacía intocables por el resto del hormiguero...

Y así, año tras año, veía nuestro sauce como se iba repitiendo la historia.. hasta que un día, alzó sus ramas un poco más allá de las nubes y vio una nueva y refrescante subdivisión fuera del hormiguero;LAS ALÚAS. Las alúas tenían alas, PODÍAN VOLAR, pensar hacía donde dirigir sus vuelos, relacionarse con otras especies de fuera del hormiguero y, en definitiva actuar por su propia voluntad.

Desde entonces nuestro sauce, comenzó a admirar a esta variante de las hormigas que el, hasta ahora conocía, y a sentir una sana envidia de ellas, hasta el punto que los días que sopla algo de brisa mediterránea, el sauce agita sus hojas emulando el libre vuelo de sus nuevas amigas independientes LAS ALÚAS.

Ángel Raúl Góngora.

2 comentarios:

CINEXIM dijo...

Al igual que hay hormigas aladas, ¿te imaginas que hubiesen arañas con alas?

sería terror puro!!!

tengo pendiente de ver Casback, y te cuento.

Feliz finde!!!

Rafa Álvarez dijo...

¿Tú crees que existen las alúas?... Jejejeje... Yo creo que van ambas entradas en la misma línea.

Yo estoy viviendo como una neoadolescencia en la que me estoy volviendo un poco pejigueras (por no decir otra cosa).

En fin, a raiz de mi conversación contigo el domingo, tengo un objetivo, reflotar el blog. A ver si poco a poco voy readquiriendo el hábito.

Ten un buen día!!