martes, 8 de septiembre de 2009

Y el corazón late, y siente, y siente y está vivo...

Corrían los inicios de los, históricamente malditos, años 30, cuando nació este personaje tan entrañable al que hoy rindo homenaje. De pequeña y adolescente le tocó vivir en cuerpo y alma los temores de la guerra y después los miedos y coacciones de la posguerra.
Al ser de aldea, lo normal, si no eras de una familia acomodada o con "apellido", era que trabajaras en lo que pudieras, casi siempre sometida a la estacionalidad del campo, y al abuso de los terratenientes del lugar, algodón, aceitunas, cría de animales y luego venderlos, ... lo normal de una aldea en plena sierra sur de Jaén.
Conoció a un joven, de clase media establecida, de otra aldea de Jaén, y se casaron y fundaron su casa en La Pedriza, como era normal en esas épocas de frio, y de tan escasa información sobre "planificación familiar" aplacabas esos cuatro ratos de vida en matrimonio que se tenían dándole a "la coyunta" y fruto de ello tuvo tres varones y cuatro mujeres, una de ellas MI MADRE.
Dado los tiempos de escasez y plena dictadura, tuvieron que duplicar los esfuerzos para criar a esa tropa de hijos de la mejor manera posible; y así muy temprano, todas las mañanas, el padre de éstos, partía con su burro con las alforjas cargadas de pescado en salazón, y toda clase de artículos de "estraperlo" jugándosela de aldea en aldea...
La crisis y el miedo en España se acrecentaban y el boom de la emigración dio alas y esperanzas a miles de familias entre ellas la de mi abuela.
Emigraron a Suiza, tierra neutral, y poco amiga de meterse en guerras y follones por esos entonces... de ahí su conocido paraíso fiscal (tan usado durante décadas)
En esos años, aunque consiguió arramblar con toda su familia, la hija mayor ya estaba casi casadera y enamorada de un chico del gran pueblo cercano, Alcalá La Real, mi padre.
Y tan grande fue ese amor, y tan seguros de ir hacía adelante con ese nuevo proyecto estaban que dejó a toda su familia, en aquel país extranjero que les había brindado sus puertas y sus trabajos, y se volvió para casarse con el que fuera y es el amor de su vida.
Pero volvamos a la madre de familia numerosa que ya estaba viviendo en Suiza bien asentada y currando a tope. Pasaron los años..y todos sus hijos vivían ya en su propio hogar por distintos lugares de Arbon, Sant Gallet y demás pueblos y ciudades suizas. A finales de los 90, y con toda Europa en plena renovación económica y geográfica, constituyendo un continente unido, aquél amable país dejo de ser tan tolerante y "abierto" y empezó a desconfiar cada vez más, año tras año de la mano de obra extranjera y las cosas no pintaban tan prosperas como antes. Además, aquella madre que tanto había trabajado por todos, ya estaba jubilada, y anhelaba su tierra de siempre. Y eso hizo. se vino felizmente a vivir a su piso actual, que había conseguido construir con el esfuerzo de tanto trabajo y tantos madrugones en el extranjero.
Y poco a poco, por esa extraña fuerza que une a las familias, y la, ya desconfianza de la plenitud financiera en Suiza, se fueron viniendo todos sus hijos. Hasta conseguir, por segunda vez en sus vidas, encontrar trabajos dignos y tirar hacia adelante viviendo cómodamente hasta la presente.

Corrían los últimos años del siglo veinte cuando un oscuro San Valentín, aquel hombre que tanto había andurreado con su burro, y que tantas vueltas había dado y sitios nuevos conocido, para ayudar a despegar a su familia, respiró por ultima vez sobre mis brazos, haciendo, más que nunca, tambalear todas las creencias religiosas, todas las explicaciones sobre la fe, y toda la doctrina cristiana que la escuela, instituto, mis padres, y catequesis habían intentado inculcarme año tras año. (Es inolvidable)

Han corrido ya mucha agua, metafóricamente hablando, desde entonces, y mi abuela, lleva ya unos años muy "agusto" con su gente, sus amigas, sus viajes del inserso, sus peregrinaciones al Rocio, sus vacaciones, su vermús, SU FAMILIA, y sus reuniones familiares. En fin, la clásica matriarca, que, cual oráculo milenario, todos acudimos, abrazamos y buscamos cuando tenemos miedos, dudas, penas, y también cuando tenemos ganas de sonreír, de abrazar, y de querer.

Así que, esta pasote de escribir que me he pegado hoy en el blog, está dedicado integramente a ella, a su fuerza, a su amor, a su sufrimiento cuando algún miembro de su familia sufre, y a sus alegrías compartidas con cualquiera de los suyos.

¡Ánimo abuela! Tu "pues con tó lo que te echen" y deja paso en tu vida a toda clase de sentimientos. Tu corazón sigue latiendo, y el amor hay que disfrutarlo hasta el último segundo de nuestras vidas.


A mi abuela.


1 comentario:

Lenmelon dijo...

Si es que...como las abuelas no hay ná...