viernes, 23 de septiembre de 2022

DOVES (Palomas)

 

Paloma mensajera descansando tras un envío urgente. Foto: Raúl Góngora. 14/09/2009



Al igual que el reflejo puro de un rostro en la orilla de la charca se convierte en ondas con prisa con las primeras gotas de otoño, el interior de las personas se disipa y muta en realidad al pellizcar con fuerza en vez de acariciar sobre ellas.

Como la maldita paloma que revuelve nuestro tejado y mancha nuestras aceras, coches y parques se convierte en bendita y bienvenida cuando la pintamos de blanco y le ponemos una rama de olivo, la inspiración, entendimiento y clarividencia de una persona se tiñen de colores de aguas sin depurar en días de soles bajos sin prisa alguna; apestan.

Como aquel beso, de giro repentino tras la despedida, se convierte en buscado recuerdo en la suite de lujo de mi bombardeado cerebro, el veneno que mordí tras tus labios sigue agujereando mis venas, aproximándose peligrosamente al corazón. Si llegara a su meta no habría trasplante posible, el parasitismo sentimental habría completado su proceso.

Como la perfección de la tarta nupcial que nos vendieron; imponente en su altura y trazos, blanca con cacaos variados y algunas flores de colores sin nombre. La espada medieval que iba cortando sus circulares pisos desató el vómito colectivo al mostrar una excursión de cucarachas en su tercera planta esperando cualquier puerta al exterior para seguir con su aventura.


                                                               Así tengo el cuello, dolorido por girarlo continuamente esperando un hachazo letal en vez de la continuidad de un beso de Disney.

                                                               Así tengo los ojos, casi rojizos en su interior por mantenerlos abiertos intentando discernir lo que está delante y lo que está detrás.

                                                               Así tengo la nariz, vigilante ante tanta alarma, obligada a rascar debajo de cada bello olor que se aproxime a sus puertas intentando encontrar cloacas o no en su interior.

                                                              Así tengo el corazón, en el pico de una paloma que lo mismo nos anuncia el final del "castigo divino" que apunta con intención sus cagadas hacía nuestras tres almas.







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