sábado, 18 de septiembre de 2021

GERALDITO "ASPAS" (fusionando teclados y pinceles. Gracias R.R.)

 

                                       Puedes ver a Geraldito estos días por Lucena, pincha aquí                                                                                 (Gracias a Rafa Ruíz, pintorazo)



Aspas no era no su apellido, no, pero de pequeño le encantaba correr ladera abajo, por los verdes prados que rodeaban la casa de su abuela imitando el vuelo de un avión. Geraldito, Geraldito Aspas como le llamaban los del prado, por su manía de correr con los brazos abiertos como si estuviera volando, jamás entendió por qué aquellos niños se reían de él si no estaba haciendo nada malo, tan solo disfrutar del viento y de la naturaleza que vivía a su alrededor; disfrutar con su gran pasión, volar.

Un domingo de finales de septiembre, Geraldito Aspas se despertó sobresaltado por los mugidos de las dos vacas que tenía su abuelo en la granja y los cacareos, ladridos y otros ruidos animales que él conocía de sobra. Saltó de la cama, se puso su casco de piloto su mochila oficial y bajo corriendo a la puerta del corral a ver a que se debía aquel estruendo. Nada más salir por el portón principal de la casa, notó un fuerte viento que le impedía avanzar. Los álamos de enfrente estaban doblándose con fuerza, el tendal de su abuela a duras penas se sujetaba ya a la tierra… 

De pronto, Geraldito notó como los pies se le despegaban del suelo, intentó agarrarse a los palos del tendedero de su abuela y fue peor el remedio. Se desprendió del suelo uno de los palos y las camisas, camisones y ropa interior de su abuela comenzaron a inflarse como si de un paracaídas se tratara. 

Geraldito estaba ya flotando a ras del suelo agarrado al único palo clavado a la hierba que quedaba y que estaba ya a punto de despegar y así fue. Al instante estaba volando a toda prisa por encima de los árboles. Por fin y de qué manera, el sueño de Geraldito se estaba cumpliendo tras volar en círculo por encima del maizal de su abuelo, del patatal y tomatal de Matías, el vecino gruñón, y finalmente aterrizar a orillas del ensanche del río que bordeaba la granja. 

Geraldito, el gato chillón del vecino Matías, el sujetador de Adorita, la mujer de Matías, la gallina Bartolina, la favorita del vecino, el lagarto del canalón, que a todos gusta y Adorita no, la piraña de juguete, que deja de ser de juguete cuando en el agua se mete y mucha más flora y fauna del lugar estuvieron volando por encima de aquellos tejados y terrenos hasta caer en la pequeña charca junto al rio.

Geraldo, antiguo Geraldito Aspas, aún mareado por el atolondrado vuelo por las tierras de su abuelo y vecinos, comprendió que aquel día marcaría su salida de la adolescencia para siempre. Ya no tendría que fingir más, ni disfrazarse de viejo piloto, ni correr con los brazos abiertos. Todos lo habían visto. Aquellos minutos de tornado y Geraldo volando dentro de él hicieron que los niños y mayores del lugar lo respetaran y admiraran para siempre. Y colorín colorado nuestro protagonista al fin ha volado.



                                                                                       



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